Mediante las páginas web y el correo electrónico se ofrece, cada vez más, todo tipo de medicamentos, tanto suplementos vitamínicos y deportivos, como aquellos que son de venta bajo receta: psicotrópicos, anorexígenos, estupefacientes y otros fármacos que necesitan el control y seguimiento médico para su administración.
Una medición realizada en relación con los productos que se promocionan para la venta a través de estas páginas, arrojó que entre el 10 y 15% de lo que se ofrece corresponde a preparados de uso medicinal y cosmético.Esta situación representa un constante peligro para la población, ya que estimula la automedicación, con todos los riesgos que ello significa, a la vez que afianza un comercio ilegal.
Este canal de comercialización, no permite conocer la procedencia que tienen los medicamentos, cómo fueron obtenidos y conservados; es decir, si, por ejemplo, si estuvieron o no expuestos a la luz, a la humedad, a sustancias volátiles que los puedan contaminar, si se interrumpió la cadena de frío... Todos estos, son aspectos que hacen a la calidad, seguridad y efectividad del medicamento.
La posibilidad de adquisición de productos medicinales, a través de Internet, permite al paciente obviar la consulta previa con el profesional, quien puede asignar otra alternativa de tratamiento más adecuada para su caso particular, e incita al consumo sin informar debidamente de los efectos adversos y contraindicaciones del medicamento, así la gente cree, muchas veces, que se trata de productos sin riesgos.
Esa llegada abrumadora de la tecnología se diseminó de tal modo que transformó una herramienta de uso cultural y educacional, en un medio que en definitiva más que informar, desinforma.
Se pone en riesgo a la población que puede acceder a una página web y, desde su computadora, adquirir un producto dado que es enviado a través de distintos medios. Además, la falta de legislación y las dificultades para regular y controlar este comercio por parte de las autoridades gubernamentales, facilita mas aún la difusión.
De modo definitivo, es necesario afirmar que la forma más segura de adquirir un medicamento es en una farmacia, donde el farmacéutico es quien garantiza su calidad y, en la mayoría de los casos, es el último profesional del sistema de salud que actúa antes de que el paciente se administre el medicamento. Además, la farmacia es controlada por el Ministerio de Salud y cumple con la cadena de comercialización de los medicamentos autorizados por las autoridades sanitarias correspondientes.
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